Florian Barbier

   Florian se instala sistemáticamente en un rincón de la sala del taller Trazos para ponerse manos a la obra. Discreto, con el rostro bajo su capucha, en un primer tiempo del trabajo propone tablas rectangulares donde figura una cruz arriba a la derecha, antes de pintar el resto del soporte de manera concéntrica. Luego, a partir de lienzos redondos, Florian comenzó a dibujar con gouache, rotulador posca y pastel, figuras sonrientes y coloridas. Una vez bordeado el círculo del lienzo con el color, propone caras que aparecen en serie y en un gran número, suscitando en Florian momentos de hilaridad que indudablemente crean vínculo con el otro…